Ecos de odio, de Erin F. de la Fuente y Crecer en Nunca Jamás, de Isabel Fernández Madrid y Enara Ziaran

Publicado por irene en

Ecos de odio, de Erin F. de la Fuente y Crecer en Nunca Jamás, de Isabel Fernández Madrid y Enara Ziaran

Creo que a veces no soy yo la que elijo mis lecturas, sino que mis lecturas me eligen a mí. Y esta reflexión ha tomado fuerza con los dos últimos libros que he leído, de los que he querido compartir reseña en esta publicación. Son historias muy distintas en realidad, pero en las que he encontrado algunas semejanzas en sus ideas y temas más básicos.

Conocí a Erin F. de la Fuente, autora de Ecos de odio, en Canyelles, Barcelona, en el evento de Fantasilla y Cienciasillón al que asistí el pasado mes de octubre y que organizaban desde El refugio del aventurero. Una jovencísima escritora con varios libros ya publicados, que se enmarcan entre la fantasía, la ciencia ficción y la distopía. Me recordó un poco a mí en mis inicios, también autopublicando mi novelas con esa ilusión y pasión por las historias, y por darlas a conocer. Entre sus publicaciones está la saga de Las sombras de Draümar, cuyo primer libro es el que he podido leer.

Esta primera entrega nos presenta a los hermanos Darod y See, que quedaron huérfanos tras un ataque a su comunidad, y que viven en un orfanato a cargo de Neeur, una amable mujer que cuida y protege a todos los niños. Ellos son Nakhor, un pueblo menospreciado y constantemente vigilado por los Tagharu, que tienen mejor estatus y mayores oportunidades. Darod es un chico introvertido, serio y extremadamente protector con su hermana pequeña, una niña que irradia bondad y pureza, pero que posee un oscuro secreto que deberán guardar a toda costa para mantenerse a salvo.

Esta novela de ciencia ficción es breve pero muy ágil, la acción y el misterio mantienen buen ritmo. Además de los protagonistas, también hay varios personajes que intervienen, amigos y aliados de Darod, como el profesor Zod, siempre atento a sus pasos para que no cometa ningún error, y algunos enemigos, como los vigilantes Tagharu. La sociedad futurista y de posguerra, los dispositivos y tecnología que utilizan los personajes, así como la posibilidad de los viajes espaciales le otorgan a la historia ese ambiente fantástico. Por la ambientación y las características de la sociedad que narra, hay algunas escenas de conflicto y violencia, que aunque no son explícitas, encajan con la tensión, la polarización y el rencor entre bandos.

En algunos momentos me ha faltado algo de contexto, porque se hace mención a lo sucedido en el pasado y durante la guerra, y se habla de un personaje ausente pero muy relevante, la Destructora de Sueños Imposibles, que imagino tendrá relación con otra de las novelas de la autora y que posiblemente forma parte del universo literario que está creando.

Al tratarse de la primera entrega de una saga, el final es completamente abierto, dejando a los hermanos protagonistas al borde de un viaje hacia lo desconocido. La serie de Las Sombras de Draümar continúa en el patreon de la autora.

Crecer en Nunca Jamás es una novela que me ha dejado un sabor agridulce. El libro, como arte, es muy bonito: la ilustración de cubierta evoca a la fantasía infantil más pura, los tonos azulados y oscuros representan las noches, momentos en los que surgen los sueños; la maquetación está muy cuidada, al igual que los inicios de capítulo, edición realizada por la desaparecida editorial Freya.

Sin embargo, la trama me ha resultado indiferente. Esta novela es un retelling o reinterpretación de Peter Pan, y aunque está muy bien narrada, es tremendamente lenta, estaba esperando a cada página que sucediera algo que nunca llega. Durante gran parte del libro, la historia me ha parecido muy ambigua, no quedaba claro si se trataba de una fantasía realmente o de una edulcorada realidad contada desde el punto de vista de Peter Pan, ese niño que no quería crecer. Está ambientada en una ciudad de Londres lúgubre, con una Wendy menospreciada y maltratada por su padre, con un capitán Garfio lleno de tristeza y rencor por su dura infancia, y una Campanilla debatiéndose entre hacer lo justo o lo correcto. Garfio y Peter Pan se dedican a acoger a los Niños Perdidos, huérfanos sin hogar a los que dan cobijo, alimento y un propósito: construir un barco que les llevará a Nunca Jamás, un maravilloso lugar sin preocupaciones y sin la necesidad de hacerse mayor.

Lo que no he llegado a comprender es el propósito de esta historia, la cual ha tenido momentos dulces y alegres, que podían llegar a hacerte creer en otro mundo, pero cuyo trágico final no aporta nada a la fantasía que ha pretendido crear durante todas sus páginas.

Quiero pensar que sus autoras querían contar una historia de niños que sueñan, dirigida a los adultos que ya hemos dejado la infancia atrás, pero que no olvidamos que, creyendo con fuerza, se puede descubrir la magia de las cosas. Y que, por mucho que creamos en la magia, la realidad se impone inevitablemente.

La semejanza que he encontrado en estos dos libros tan distintos, además de estar escritos por jóvenes autoras que contribuyen al crecimiento de la literatura fantástica nacional, es que los protagonistas son niños con una dura infancia que tienen que cuidar los unos de los otros, que comparten la esperanza por un futuro mejor, la lucha por salir adelante y la superación de las dificultades.

Y es que, lo realmente bonito de la literatura es que permite trabajar con la mente aunque la trama de un libro no sea lo que más nos haya impresionado. Nos ayuda a la concentración, a la comprensión y la comparación, además de que nos entretiene, nos emociona y nos inspira.

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